16 junio, 2018

El origen de los helados Danesa 33 ¿los recuerdas?

Una de las heladerías más famosas de la década de los 80´s fueron sin duda los Helados Danesa 33, Todo comenzó cuando el señor Francisco Vega Padilla o Don Paco Vega decidió emprender con un pequeño negocio de helados en el pueblo mágico jalisciense, por lo que el éxito no tardó en llegar debido al gran sabor que conquistó a los clientes, por lo que comenzaron a abrir más franquicias a lo largo del estado, siendo las más famosas las sucursales de Guadalajara.



Danesa 33 se posicionó muy rápidamente y siguió creciendo hasta convertirse en una franquicia a nivel nacional.Fue conocida por su famosa frase “Una bola de sabor” además ... a todas sus sucursales con una enormebola azul giratoria con el número 33.

Cabe recordar al señor Alfredo Ortiz, quien era gerente general. Esta marca comerció también quesos y yogures y fue creciendo hasta que logró tener el 90% de las franquicias de helados en México. Pero aunque don Paco Vega conserva todavía el negocio de los lácteos, Sin embargo, la competencia con otras famosas cadenas de helados no tardó en llegar y fue en 1988 cuando vendió la Danesa 33 a la Nestlé.

A partir de ese momento, Danesa 33 se convirtió en un recuerdo que hasta la fecha perdura en la memoria de los clientes quienes iban por las famosas nieves como napolitano, frambuesa, chocochip, pistache y más, también las promociones de los cascos de fútbol americano.

Y, hay que recordar, de su venta al público, por boulevard Félix Ramírez Rentería justo al cruzar las vías del tren, sólo quedan las ruinas de una de esas icónicas estructuras de sombreros holandeses.

03 junio, 2018

El grupo ‘Los Broncos’


El grupo ‘Los Broncos’ fue fundado en 1942 por el general Pablo Martínez, quien falleció en 1983.


Ignacia y Guadalupe Martínez Jiménez, mejor conocidas como “Las Nachas”, son un ícono de la danza en Lagos de Moreno al ser las encargadas del grupo “Los broncos”, una de las danzas más antiguas y representativas de la ciudad.

Oficialmente la danza fue fundada en el año de 1942 por su padre, el general Pablo Martínez, un indio sonorense que por azares del destino encontró el amor en Lagos de Moreno, en donde decidió quedarse a radicar.

Ignacia y Guadalupe, quienes tienen cerca de 85 años, relatan que su padre viajaba de Sonora a San Juan de los Lagos cada año, con el objetivo de visitar a la virgen para agradecer los favores recibidos durante el año.

Al caminar a San Juan, Lagos era un paso obligado y fue ahí en donde conoció a la señora Leandra Jiménez, con quien posteriormente se casaría y tendría 12 hijos.

Entre recuerdos y nostalgias, ambas hermanas aseguran que su padre les contaba que desde pequeño tenía un gusto muy arraigado por la danza, y bailando en una y otra fue enseñándose y adquiriendo los conocimientos que más tarde se dedicaría a compartir primero con su familia, y luego con los interesados en la danza.

“Supo que se estaba levantando una danza en el Pueblo de Moya y pues anduvo ahí ayudando al que la estaba levantando, y ya luego que supo que la levantaron se retiro”, indicó Ignacia Martínez.
Posteriormente la familia adquirió un terreno, cerca del Campo Deportivo, en donde actualmente viven, y fue cuándo comenzaron a fundar la danza “Los Broncos”.

“Luego que supieron que él iba a levantar la danza se fue uniendo gente de La Estancia, San Antonio, Chipinque, San Isidro, Granadillas, de varios lugares”, recordó Ignacia.

Indican que la danza comenzó con un aproximado de 48 personas, en su gran mayoría adultas, la voz se fue corriendo y la gente se iba acercando al proyecto.

“Era la única, no había nada de danzas y se llegaron las Fiestas de Agosto, me acuerdo que fue la primer bailada que dimos, y pues ahí vamos, a las 4 de la mañana allá estábamos en el templo”, comentó Ignacia.

“Se dio cuenta la gente que mi papá ya tenía la danza y pues ya subíamos y bajábamos acompañando al Señor”, recordó. Aseguró que desde entonces siempre han acompañado a Nuestro Padre Jesús en la Subida y Bajada.

Así, toda la familia se fue involucrando y enseñando a danzar, posteriormente, en el año 1983, cuándo Pablo Martínez fallece, Ignacia y Guadalupe toman las riendas de la danza.

Desde entonces ellas se han dedicado a enseñar y dejar rastro de todo lo que aprendieron de su padre, teniendo a la fecha grupos de danza que han surgido de la original.

“Estamos dejando danzantes, entran a danzar y luego se salen y ya resultan con la danza, y bueno pues échenle ganas ya que nosotros no podemos caminar, pues adelante ellos”, dijo Ignacia.
Traspasan fronteras

Inclusive existe un grupo llamado “Danza Los Broncos, segunda generación”, en Phoenix, Arizona.
“Fuimos a darle a un sobrino los primeros trajes de danza, porque allá se formó otro grupo que se enseñó con nosotros”, indicó una de las hermanas.

Ignacia y Guadalupe han crecido y vivido para dedicarse a danzar, ya que para ellas no es un negocio, ni un hobby, sino que es parte de una tradición que le han ofrecido a Dios durante 74 años de trayectoria de “Los Broncos” en Lagos de Moreno.

“La danza significa hacerle un sacrificio a Dios nacido de nosotras mismas, es una tradición, la danza no es negocio, es una tradición que seguimos y le ofrecemos a Dios de corazón”, dijeron las hermanas.

Fuente: Alejandra Espinosa- Am


04 mayo, 2018

Juegos Florales.


Les comparto esta joyita que Don Pedro Antuñano compartió el premio de los Juegos Florales de 1903 que se le otorgo a Don Francisco González León dentro del panel celebrando los 150 años de su natalicio.. Lagos de Moreno 13 de Septiembre 2012.

14 abril, 2018

Leyenda de la Calle Las Reas.


Muchas personas preguntan que quiénes fueron las Reas y qué merecimiento tuvieron para que una de las calles del barrio alto de La Otra Banda lleve su nombre. Y tienen razón, pues hace tantos años que habitaron en dicha calle, que ya muy pocas personas saben quiénes fueron, y eso por pláticas que oyeron de sus antepasados.



La casa habitación de Toñita y Petrita Rea lindaba con la extensa y hermosa huerta de don Pedro Cabello, que más tarde se convirtió en el terreno ahora conocido por “Pémex”. Dicha casa era huerta y jardín, pues bajo frondosos chabacanos, duraznos y limoneros, florecían las tímidas violetas, los perfumados capullos de alhelí, las margaritas, y no podían faltar los nardos. En la parte más alta del terreno estaba el pozo, que por medio de un bimbalete y rectas acequias, llevaba el agua crstalina a los surcos y arriates donde florecían los setos de rosa té y los jazmines de Oriza.

Don Moisés Vega Kegel habla de esta hermosa casa jardín, en una bella descripción que publicó hace años en Jueves de Excélsior.

Pero la celebridad de estas señoritas no vienen de la bucólica hermosura de su huerta, ni del virtuosismo que alcanzó Toña tocando la mandolina, acompañada de una amiga y vecina con la viola. Al oírlas sus llegados ejecutar con sentimiento y maestría lo mismo los sentimentales valses mexicanos que las polkas y pasodobles que fueron tan populares en esos tiempos, las empezaron a invitar para que amenizaran las fiestas familiares de los barrios cercanos a su domicilio. A este famoso dueto, se unió una amiga llamada Brígida, que, a pesar del nombre que le dieron sus ingratos padres, era dueña de una voz tan sublime, que ya la hubiera querido una diva para cantar en un día de fiesta. Sin pena y sin gloria hubieran pasado estas mujeres a pesar de sus aptitudes como ejecutantes de las más bellas melodías de sus tiempos, por las que habías ganado el aprecio y aplausos de sus conciudadanos, pero el destino quiso inmortalizarlas por medio de una maligna aparición.

      A fines del pasado siglo, llegó a esta tierra un novedoso y bonito vals titulado “Daría el cielo por un beso”. Era tan delicada su música, y su letra tan llena de metáforas amatorias, que a los pocos días de su llegada a Lagos no había muchacha que no la cantara cuando regaba sus macetas o componía las jaulas de sus canarios. El dueto Rea no podía dejar de incluir en su repertorio ese vals, que por bello era comparado con los que venían de la lejana Viena.

     En algunos púlpitos se levantaron airadas voces contra el blasfemo título.Pues decían-no sin razón-los prudentes varones que cómo iba a ser posible que por la lujuria de un beso, se cambiara la eterna bienaventuranza, y que eso era el colmo de la impiedad. Pero a pesar de las viejas raíces cristianas que siempre han privado en nuestra comunidad, los laguenses siguieron valsando y cantando la bella tonada.

     Una cálida tarde del mes de abril, fueron invitadas las señoritas Rea a amenizar un sarao que hubo por el Callejón del Beso, unas calles arriba de la plaza de García, el cual terminó como a las 9 de la noche. La luna lucía sus mejores galas. Por tal motivo se atrevieron las señoritas Rea a irse caminando a su domicilio. Tenían que pasar frente al Jardín Grande, cuya tupida arboleda vertía numerosos arabescos de sombra en los prados. Sólo a través de las ramazones se filtraban destellos lunares que ponían en las rosas toques marfilinos. De pronto vieron las Rea a una dama y a un caballero lujosamente vestidos, que llegando al pórtico del jardín les pidieron con buenas razones le tocaran “Daría el cielo por un beso” (algunos decían que pidieron” Después del baile”, pero la mayoría decía que fue el primero se dijo). Ellas en un principio se negaron, ya que no acostumbraban tocar en la calle, pero era tan linda la dama y tan gentil el galán, y con tan comedidas palabras lo pidió, que al fin accedieron. A los primeros acordes, la feliz pareja se deslizó como si estuvieran en un salón de Schonbrunn. Puede uno imaginar la maravillosa escena, la magia del momento, el encanto de la música y aquella pareja girando como un halo en el mosaico de sombras que hacían en el piso las ramas de los fresnos centenarios. Como extasiados los contemplaban las Reas, sus dedos arrancaban de sus instrumentos musicales los sonidos más dulces, las tesituras más sublimes que jamás ellas soñaran. Pero en una vuelta se acercaron los bailarines a las ejecutantes y una de ellas miró hacia los pies de la joven pareja, descubrió con horror que el mancebo tenía pesuñas en vez de pies. Lo hizo notar a su compañera y ambas invocaron el nombre de Dios y de su santa madre y al instante la pareja desapareció. Esta fue una leyenda de las más arraigadas en las tradicionales laguenses, y con la que las Rea pasaron a la inmortalidad.

07 abril, 2018

Don Miguel Leandro Guerra

El benemérito presbítero Don Miguel Leandro Guerra, Nació En la Hacienda de Santa Bárbara (hoy exhacienda de Castro), Municipio de Lagos de Moreno, el 28 de febrero de 1769, hijo de Don Miguel Jacinto Guerra y de Doña María Gómez Portugal.

Fue fundador, mediante legado de sus bienes, de los Liceos que llevan su nombre. Estos planteles se fundaron de conformidad con la disposición testamentaria que otorgó el donante, en México, 19 de Abril de 1834, ordenando  que sus bienes fueran destinados a protección de los pobres y a la fundación de planteles educativos tanto para la enseñanza de las primeras letras, como para todos  los ramos de la agricultura teórica y práctica. La teórica se seguiría en Lagos y la práctica en la Hacienda de Santa Bárbara, cuyo plan de estudios estaría basado en el método del abate Rossieu. Además, deberían establecerse enseñanzas de diversas artes y oficios.

Previendo el ilustre donante que sus bienes no tendrían buen fin, dispuso en el mismo testamento que: "Si por cualquier caso, sea el que fuere, y por parte de cualquier persona o personas, corporación o Gobierno, se embarazase esta fundación, o ya erigida se pretendiera cambiarse de cualquier manera que sea, es mi voluntad que se vendad inmediatamente todos mis bienes, sin que quede nada de invertido, y el producto se invierta sin detención ninguna en limosnas que se repartirán en este orden...hacía donación a sus herederos y familiares pobres y obras privadas de caridad."

El Padre Miguel Leandro Guerra fallecería el 10 de octubre de 1835.Dos de los albaceas del Padre Guerra, el señor Cura Don Rafael Larios y el licenciado Don Vicente Calvillo, sea por dificultades que previeron en la creación de la Escuela de Agricultura, ordenada en primer término, o inspirados por el deseo de abrir paso a la niñez en la carrera eclesiástica, idea dominante en aquella época, abrieron en los años de 1844 a 1846, una cátedra de latinidad regenteada por los Presbíteros Jorge Romo de Vivar y Don Alejandro Gómez de Portugal. Se establecieron escuelas primarias para niños de ambos sexos.

Siendo Presidente del Ayuntamiento el Sr. Lic. Camilo Anaya y Torres, procedió -el 15 de Enero de 1869- a darle nueva organización y obtuvo el Gobierno, por conducto del Lic. Albino Aranda, el local del ex-convento de las Capuchinas que fue donado por el Presidente de la República, el Lic. Benito Juárez. Se nombró Rector a don Cirilo Gómez Mendívil y los siguientes catedráticos: De Historia y Biografía, al Dr. Agustín Rivera y Sanromán; De Gramática Latina, al Sr. Lázaro Torres; De Gramática Castellana, al Sr. Eliseo Rico; de Aritmética, Álgebra y Geometría, al Sr. Vicente Veloz; de Teneduría de Libros, al Sr. Refugio González; de Francés, al Sr. Justino Frade; de Dibujo Lineal y Gimnasia al expresado rector y de Música, al Sr. Ramón H. Iriarte.

Como miembro del Ayuntamiento, el Sr. Dr. Don Antonio Barajas Informó -en 1876- del mal estado de las cosas en los planteles y vino un período estacionario entre los años de 1880 a 1888, bajo nueva Dirección, en cuyo término cursaron facultad menor, cerca de 50 alumnos, sin contar con las Cátedras de Dibujo y Música.

De 1888 a 1889 tuvo una época de brillante actuación al frente de los Liceos, el Dr. Don Alejandro Martín del Campo, logrando mejorar los planes educativos.

Debido a la fundación de estos Colegios, el nivel cultural de la población de Lagos alcanzó gran prestigio la generación de alumnos que ha dado brillo a nuestro pueblo, salió de esas aulas.

Al tomar el Gobierno, bajo su custodia, los bienes de la fundación, vino una situación difícil que después de mil vicisitudes dio término al capital y sólo dejó de estos planteles un montón de ruinas. En 1935, lamentablemente para celebrar el centenario de la donación Don Miguel Leandro Guerra, se cerraron definitivamente las puertas del plantel. Sin embargo, en el corazón de los laguenses quedará imborrable el nombre del benefactor que durante el siglo XIX y parte del XX formó brillantes generaciones de laguenses soñando con un Lagos mejor.

Fuente: http://www.lagosdemoreno.com.mx/pres/Archis/Miguel_leandro_guerra.htm

23 marzo, 2018

El Tranvía de Lagos.


Tal vez pocos ancianos de venerable presencia se acuerden del Tranvía que antaño hacía su recorrido del frente del Templo Parroquial de la Asunción a la Estación del Ferrocarril, sobre rieles y tirado por mulas. Aquel tranvía de invierno con sus cortinas y lámparas de petróleo como alumbrado jalando sus plataformas.

Posiblemente haya quienes conocieron a D. Benjamín Zermeño quien estuvo al frente de la empresa y que al morir se la dejó a Da. Rebeca Zermeño de Maldonado. Fueron muchas las personas que allí prestaron sus servicios: D. Cuco Ávalos Jiménez; D. Diego Hernández; D. José María Macías, D. Ramón B. Reyes, conocido como “El Ipiranga”; D. Pantaleón Jiménez; D. Pancho Gómez y D. Hilarión, El Gûero Villalobos.

Esta empresa nació en la penúltima década del Siglo XIX como urgente necesidad a la llegada del Ferrocarril Central a Lagos; con lo que la población quedaba unida a la Capital de la República y la frontera Norte con Estados Unidos.

Fueron promotores y socios para la instalación de este importante servicio en aras del progreso laguense, cuyo nombre original fue “Tranvía Central de Lagos”, D José Rincón Gallardo y D. Camilo Anaya; hombres de empresa y con inquietudes de futuro para este lugar; quienes solicitaron al Congreso del Estado, la LICENCIA para la instalación y explotación de este servicio, con las siguientes consideraciones:

“1º.- Exención de los derechos que cause la introducción del material que se necesite para la construcción del Ferrocarril Urbano de Lagos.

2º .- Exención durante cincuenta años de toda clase de contribuciones establecidas o por establecerse por su explotación.”

Dado que la solicitud de la realización del proyecto mencionado apoyaba el desarrollo económico que se vislumbraba por doquiera, la H. Comisión de Hacienda encargada para estudiar la pretensión de los solicitantes, careció de discusiones, dando su aprobación a través del Decreto siguiente:

“Francisco Tolentino
GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO DE JALISCO, A LOS HABITANTES DEL MISMO, HAGO SABER:

Que por la Secretaría de la Legislatura se me han comunicado los siguientes decretos:

“Núm. 15. ---El Congreso del Estado, decreta:
ARTÍCULO ÚNICO. Se adopta para el Estado de Jalisco el “Código Civil del Distrito Federal” y comenzará a regir el 16 de Septiembre del corriente año.
Salón de sesiones del Congreso del Estado. Guadalajara, abril 24 de 1883.---Joaquín Martiarena, diputado vicepresidente.---Ventura Gómez Alatorre, diputado secretario.---Antonio Monroy, diputado prosecretario.”
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“Num. 16.- El Congreso del Estado, decreta:

Art. 1º. Se autoriza a la Compañía denominada “Tranvía Central de Lagos” para que introduzca libre de derechos todo el material fijo y rodante que necesite para la construcción de un Ferrocarril del Centro de aquella población, a la estación del “Central.”

Art. 2º. Esta Compañía está exenta de toda clase de contribuciones establecidas y por establecerse, por término de veinte años.

Art. 3º. Se aprueban los Estatutos y tarifa que bajo los legajos nums. 2 y 3 quedan agregados al expediente respectivo.

Salón de sesiones del Congreso Del Estado. Guadalajara, Abril 24 de 1883.- Joaquín Martiarena, diputado vice-presidente.- Ventura Gómez Alatrorre, diputado secretario.- Antonio Monroy, diputado pro-secretario.”

Por lo tanto, mando de impriman, publiquen, circulen y se les dé el debido cumplimiento. Palacio de Gobierno del Estado. Guadalajara, Abril 30 de 1883.
Francisco Tolentino. Mariano Coronado, secretario.”

El Tranvía tenía frente al templo de Nuestra Señora de la Luz un cambio de vía; y muchas veces, cuando no traía pasajes suficientes, de allí se regresaba.

¿Cuánto cobraba por sus servicios?

Cuando recién lo instalaron, estas fueron las tarifas:
En horas ordinarias cobraban por todo el trayecto, seis centavos; y por mitad del mismo, tres. Por servicio de algún bulto en la plataforma, un centavo y según el espacio que ocupara, hasta tres. En horario extraordinario, porque había familias o señoritos que los fines de semana, subían algún músico o grupo de cuerdas y se iban a pasar la tarde y parte de la noche a la Estación, entonces cobraban el doble o según el tiempo que necesitaran el servicio. Los niños menores que no ocupaban asiento no pagaban. Las mercancías de las tiendas, por bultos hasta de cien kilos, pagaban hasta noventa y seis centavos.

Ya en el Siglo XX pasada la etapa revolucionaria, se cobraban diez centavos por pasaje. Este servicio de comunicación urbana laguense dio servicio poco más de cincuenta años, pues se suspendió en la década de los años treintas.

Fuente: Profr. Ezequiel Hernández Lugo.

19 marzo, 2018

Monedas de Lagos de 1808.


Las monedas, de las cuales existen varios ejemplos, fueron emitidas el año de 1808 por el Ayuntamiento de Lagos del cual formaba parte Don Pedro Moreno pues él era uno de los alcaldes del cabildo de Santa María de los Lagos. Estas monedas son realmente interesantes porque, además del momento histórico en el cual aparecieron, son testimonio de:

Si te das cuenta, en ellas aparece el escudo de Lagos lo cual demuestra que Lagos tiene este escudo desde la época colonial.

Son, muy interesantes porque luego de la invasión a España de las tropas napoleónicas, de la abdicación de Carlos IV en favor del príncipe heredero, del ascenso de éste al trono con el nombre de Fernando VII y de la prisión en Francia de los monarcas y de la familia real por órdenes de Napoleón, el trono quedó vacante y los cabildos de la Nueva España y del resto de las colonias hispánicas, hicieron jura de fidelidad al soberano prisionero, para ello, en los centros mineros fueron emitidas monedas conmemorativas de tales acontecimientos. El cabildo de Lagos, sorprendentemente, sin ser centro minero, ordenó la emisión también de una moneda similiar. Tal vez fueron acuñadas en Guanajuato que, además de ser centro minero, tenía casa de moneda o, en su defecto, en Zacatecas, pero, repito, sin ser Lagos una de las poblaciones más importantes del virreinato, se puso a la altura de las que sí lo eran con esta emisión.